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Cómo realizar una dieta restrictiva que no influya en la vida social y vínculos emocionales relacionados con la comida, por el Dr. Fernando Ruger Viarengo

España es un país donde la comida es un vínculo que se relaciona con la emoción y con las relaciones sociales. Como siempre dice el Dr. Fernando Ruger Viarengo a los pacientes, incluso en un tanatorio español se come y se bebe.

No se escucha nunca decir que en España quedan para hablar con amigos o para dar un paseo, sino que quedan para tomar unas cañas y unas tapas y charlar o salir a dar un paseo y tomar un helado. La comida y la bebida forman parte de las relaciones sociales y de los vínculos emocionales; por ello, cuando un paciente debe someterse a dietas algo restrictivas durante meses o un par de años, a veces trastoca estos vínculos emocionales o sus relaciones sociales.

En la clínica UMEBIR, para solventar esto, disponen del departamento de psicoterapia a cargo de psicólogos especializados en terapia sistémica, coordinados por el Dr. Fernando Ruger Viarengo, con modalidad individual o de grupo para apoyar estas sensaciones y vivencias que se ha de aprender a manejar para que no afecten a la vida diaria de los pacientes.

Aprendiendo a manejar estas situaciones y a asimilar que serán transitorias, se pueden conocer alternativas para poder continuar con las relaciones sociales y vínculos emocionales que indiscutiblemente se relacionan con el acto de comer y beber en España.

Muchas veces, la primera pregunta de los pacientes es “nunca más podre…?” y la respuesta a esta pregunta es muy sencilla y depende de qué patología o trastorno se está tratando. Un paciente celiaco nunca más debe consumir gluten. Sin embargo, si se trata de una rehabilitación metabólica por una diabesidad, se permite el consumo ocasional de algún producto no recomendado en la dieta habitual, siempre que psicológicamente el paciente esté compensado y sea consciente de que ese producto genera una liberación de dopamina que, en su organismo y quizás no en otro, genera un circuito adictivo que es peligroso, porque puede llevar a una recaída en el consumo compulsivo de esos alimentos y volver a la situación de la cual se ha recuperado.

En cambio, se habla de una intolerancia superada cuando se ha corregido el problema que provocaba la intolerancia, como por ejemplo un SIBO o una candidiasis que genera intolerancia a la fructosa. Cuando esto se ha corregido, es posible el consumo ocasional y esporádico de algún producto que predispone al sobrecrecimeinto de cándida o bacterias en el intestino, siendo consciente de que esos productos no forman parte de la dieta habitual, sino expresamente ocasional. Si se vuelve habitual, habrá más posibilidades de recaída en el cuadro superado.

El Dr. Fernando Ruger Viarengo afirma: “No podemos pretender mantener los hábitos que nos llevaron a la enfermedad, sin consecuencias nefastas; para cambiar nuestro estado de salud y recuperar la calidad de vida perdida, debemos cambiar los hábitos que nos llevaron a este punto de salud perdida, aunque esto no deba ser, en la mayoría de los casos, infranqueable en momentos excepcionales”.

Cualquier cambio en la calidad de vida y recuperación de esta, en un proceso de enfermedad, conlleva un sacrificio económico de renuncias a algunos hábitos que a veces parecen normales, aunque no lo sean. La bebida oficial del cuerpo es el agua, no la cerveza, para que se tomen a diario 2 litros. La comida habitual son las proteínas, con hortalizas y vegetales de temporada, y no la pizza, el sushi ni la comida rápida, aunque estos puedan formar parte de una excepción a la regla, en un momento de recuperación completa de la enfermedad o trastorno en cuestión.